sábado, 18 de octubre de 2008

DEL DESENCANTO A LA ESPERANZA

Los integrantes de la Plataforma pro-campus universitario de Mieres, con su portavoz, Agustín Casado (en la imagen) a la cabeza, se han reunido recientemente con el rector, Vicente Gotor, quien les ha puesto al corriente sobre la situación actual del campus en cuanto a su ampliación y desarrollo. Desde que el recordado Julio Rodríguez pusiera el alma en el proyecto, su sucesor en el cargo, Juan Vázquez, transitó con más pena que gloria por la zona de Barredo hasta el punto de que bajo su mandato se produjo un extraño fenómeno de paralización. Ya teníamos el magnífico edificio científico-tecnológico, pero ahí se detuvo la maquinaria; y no precisamente por falta de fondos sino de voluntad, ganas y algo más.

El nuevo rector, a los cinco meses de su toma de posesión, se ha reunido con la sociedad civil para ponerla al día, algo que en ocho años no fue capaz de hacer el allerano Juan Vázquez. Él sabrá. Y esa reunión con Gotor, celebrada, cordial y agradecida, vino a confirmar lo que todos sospechábamos: el tan cacareado equipamiento de los laboratorios está en pañales, pero Gotor asegura que para finales de año se habrá completado. Y otra sospecha: El rector descarta la llegada de ingenierías y de Arquitectura al campus de Mieres, es decir, que no se implantarán nuevas titulaciones hasta que no se conforme el nuevo marco educativo al que deberán ajustarse todos los países de la Unión Europea mediante el protocolo de Bolonia. Así que nuestro gozo en un pozo. Tenemos un jardín cojonudo, pero sin flores; y sin tetas no hay paraíso, perdón, quería decir que sin títulos - nuevas titulaciones - no hay incentivos (o hay menos). Y no pienso que el nuevo rector nos haya dado con la puerta en las narices, afirmación excesiva e incluso injusta. El portazo se ha debido más bien a una corriente provocada por los vientos que soplan desde Bolonia. Pero después de tanta milonga no se nos puede culpar de ser recelosos o mal pensados.

Lo que no se entiende de ninguna de las maneras es que durante ocho años hayamos - hayan - sido incapaces de dotar al campus mierense de alguna nueva titulación. Forestales es insuficiente, Geológicas un fracaso y las previstas como Hidrología, Medio Ambiente e incluso Arquitectura (que sonó en los mentideros como cuando se habla de un gran fichaje) se han quedado por el camino. Minas, Topografía y Forestales - como Fonseca - se quedan tristes y más solas que la una hasta que, en el horizonte del año 2010, se aclare el panorama en Europa, lo que significa que en el caso de que las autoridades académicas aprueben nuevas titulaciones (grados) a impartir en Mieres podemos retrasarnos hasta 2012. Y es un revés importante porque así el campus de Mieres, que padece cierta cojera, tiene un atractivo menor para el estudiante. Y se trata de todo lo contrario, de captar alumnos, de atraerlos para que cursen sus estudios aquí y revitalicen la vida social y académica mierense. Pero para conseguirlo la oferta formativa debe incrementarse. Si a esto añadimos que de las infraestructuras previstas se ha prescindido de la construcción de una piscina olímpica (los universitarios compartirán la piscina cubierta de Vega de Arriba con el resto de usuarios) y se ha reducido la capacidad de la residencia de estudiantes, que albergará finalmente a 120 cuando estaba diseñada para 300, pues otro palo más y van ... Eso sí, vamos a ser la hostia en el campo de la investigación; algo así como Houston, pero sin naves espaciales; un referente a nivel europeo, sí, pero ¿conecta con la ciudadanía de las cuencas? ¿Cala en la sociedad mierense en general y no sólo en la comunidad educativa?




Para que no me tachen de pesimista - o algo peor - cómo no voy a dejar constancia de los avances que se han producido en el desarrollo de las infraestructuras y que todos aplaudimos encantados. La Residencia de estudiantes, el edifico para investigación y las canchas polideportivas están prácticamene finalizadas porque el ritmo de los trabajos se ha acelerado. Queda alguna asignatura pendiente como es la localidad de Ablaña puesto que en el proyecto inicial se contemplaban diversas inversiones en esa zona minera y por el momento nada se ha hecho al respecto. No obstante, la Plataforma pro-campus, tras la reunión mantenida con Vicente Gotor, ha pasado del desencanto a la esperanza. A pesar de los pesares el proyecto va tomando forma y el recientemente reelegido director de la Escuela de Minas trabaja para "captar alumnos, mejorar la calidad de la enseñanza y apoyar desde las aulas la inserción laboral", objetivos realmente loables e imprescindibles para seguir creciendo.

Que se le haya concedido a la universidad la medalla de oro de Mieres, me alegra y no lo cuestiono (150 años de vinculación con el municipio tienen peso y un mérito indudable); pero no me parece que haya hecho nada del otro mundo, sino lo que tenía que hacer (los mierenses alguna vez teníamos que empezar a superar la edad de piedra, o la de bronce) como institución obligada a contribuir al progreso de la sociedad (motor de desarrollo), a relanzar la actividad económica y a colaborar en la superación del estancamiento industrial, poblacional, o como quieran llamarlo, que padecemos.



Los mierenses, que vemos día a día los avances del campus, estamos expectantes. No es tiempo de dudas, no es momento de mirar para otro lado, no es hora de rendirse ante la capital - pongo por caso y por mucho Gabino que tenga - por mucho que algunos señoritos docentes no quieran desplazarse aquí para ejercer su profesión al considerarnos como de "segunda" y por mucho que algunos políticos intenten arrimar el ascua a su sardina. Ahora hay que dar la cara - ante quién sea, llámese como se llame y ostente el cargo que ostente - para alcanzar el nivel de otros campus, obviando si es posible la confrontación (lo que no significa rehuirla), pero sin renunciar a nada. No hay razones más poderosas que la lógica, la voluntad y el sentido común. Y si están de nuestra parte nadie podrá contravenir nuestras legítimas reivindicaciones y nuestros deseos de participar del progreso y de evolucionar en la modernidad. Nuestras aspiraciones están intactas a pesar de los varapalos que nos llevamos de vez en cuando. Veremos si las instituciones y la propia universidad son capaces de responder como deben y se espera de ellas, sin sucumbir a los cantos de sirena, a otros intereses o ceder a presiones partidistas o geográficas.




2 comentarios:

Unknown dijo...

Se supone que en una institución como la Universidad debe imperar la razón. Por ello no entiendo la negativa a trasladar la Escuela de Minas de un edificio viejo, aislado y con un uso alternativo altamente valorado (pregúntenle al Reconquista) a unas instalaciones nuevas, bien equipadas, dentro de un campus emergente y a tan sólo 19 kilómetros. La verdad, no he escuchado ninguna razón que contraponga estas ventajas. A no ser que no impere la razón, sino el rancio abolengo de los de siempre, aquellos que creen situarse por debajo de Dios y el Sr. Conde y por encima del resto de la humanidad.

Anónimo dijo...

Es bien sabido que cuando se impone la cabezonería de las autoridades acedémicas o políticas, no hay nada que hacer. El debate sobre el traslado de Minas a Mieres es estéril y, desgraciadamente, poco o nada se puede hacer, salvo la pataleta.