viernes, 26 de junio de 2009

NOCHE SABINERA, NOCHE DE SAN JUAN


La noche de San Juan salí de casa en plan llanero solitario aunque había quedado con unos amigos, pero sin concretar lugar ni hora de la cita en la seguridad de que acabaríamos encontrándonos.

La hoja de ruta me llevó hasta La Bodeguina de Lito. Allí departí con Cabanillas & Cía. No obstante, como la conversación derivaba en Tini Areces y la carrera profesional y los problemas educativos del país, hice mutis por el foto ya que no tenía yo el cuerpo para "timbas" de ese calado. Fulgencio fue la siguiente parada, en la plaza San Xuan, catedral de la tonada. Pocos conocidos, excepto Miguel y el pintor, y opté por abrirme a la puta carrera. Siguiente destino, Sidrería Alonso para reponer fuerzas más que otra cosa; un poco de pulpo y salí zumbando hacia el ayuntamiento por aquello de la foguera y la danza prima. Por fin un montón de gente conocida, amigos y buena gente. Fotografié todo lo que se movía, grabé un par de videos (en un próximo post daré cuenta del asunto), gasté saliva y, al final del espectáculo, me reuní con Javi y Fini para acercarnos al parque, que había noche sabinera y podía ser interesante.

Y tanto que lo fue. El grupo habitual de Sabina, musicos con MAYÚSCULAS (Pancho Varona, Antonio García de Diego, Jaime Asúa, José A. Romero y Pedro Barceló), encandilaron a la concurrencia y, además, permitieron que algún espontáneo subiera al escenario para cantar algún tema de "Xuacu", el de Úbeda (un invento festivo cojonudo esta especie de Karaoke en directo). Y aquí fue donde el amigo Michel se desmelenó. Cantó el tema "19 días y 500 noches", cambiando lo de noches por "polvos", y se armó la marimorena: besos, ternura, qué derroche de amor, cuánta locura.

Cuenta Diana, concejala de Cultura del ayuntamiento de Mieres, que le decía su padre: "este no es del público, es un "gancho" que traen ellos para que anime a subir al escenario a algún espectador" (de lo que puede deducirse que no lo hizo del todo mal). Todo un privilegio y una gozada que una banda de esa categoría te acompañe y te haga coros. Inolvidable. ¡Qué fuerte (como diría mi hija) y qué pasada!

La noche, que había empezado flojita, terminó convirtiéndose en un luminoso amanecer que rompió el tedio que produce casi siempre esa amante inoportuna que se llama soledad. Palabra de Sabina.

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