Pero, he aquí, que para pedirnos prudencia y atención no hace falta mostrarnos las secuelas de un accidente, cadáveres ensangrentados, o recurrir a accidentados con miembros amputados, etc., etc. Todo es cuestión de imaginación y de buscar la manera de explicar las cosas sin herir sensibilidades, pero recordándonos que nos va la vida en ello. Véase un claro ejemplo.
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