Una puesta en escena sencilla y vigorosa, de luces y sombras, con una fuerte carga emocional, fue el paisaje que vislumbramos en un escenario por el que desfilaron actores -Carmelo Gómez y Pedro Civera-, cantantes -Julio Ramos, Rafa Lorenzo y Mapi Quintana-, poetas -Ana Vanesa Gutiérrez, Carmen Yáñez, José Luis Rendueles (estupenda su obra "Ferruñu"), y Xuan Santori-. Intervinieron también para poner música a los poemas los pianistas Jacobo de Miguel, Ramón Morán y Xaime Arias, y el clarinetista Roberto Serrano. Todos ellos conducidos en escena por la presentadora -actriz mierense- Eliana Sánchez.
Cartel del recital poético musical dedicado a Miguel Hernández |
Mención especial para Carmelo Gomez -voz profunda, dicción perfecta- y Mapi Quintana quien a pesar de un evidente constipado bordó sus temas (El niño yuntero y Llegó con tres heridas). La ovación final (a Miguel Hernández y a quienes habían intervenido en el recital poético) con todos los participantes en el escenario (mirando a una pantalla donde se proyectaba el nombre del poeta), los espectadores en pie y la presentadora depositando un ramo de flores a los pies del nombre del poeta, fue realmente emotiva -de gala- e interminable.
Gracias a personas como Miguel Hernandez que fue capaz de escribir una obra breve pero intensa y a otras que se empeñan en divulgarla en estos tiempos donde parecía un poco olvidada, la memoria del personaje y su obra sigue viva, más vigente que nunca. Yo, aún recuerdo cuando en el bachiller se estudiaba a este importante poeta de la generación del 36 (hay quien le incluye en la del 27) y cómo cantautores de primera línea -Serrat, Paco Ibáñez, Víctor Jara- musicaban sus poemas. Elegía, Nanas de la cebolla, Viento del pueblo, El niño yuntero y otros poemas del autor de "El Rayo que no cesa", retumbaron en el auditorio mierense y, por momentos, nos conmovieron, nos estremecieron, nos removieron por dentro (alguna que otra lágrima vi en los ojos de algún espectador), nos recordaron que el coetáneo de Lorca vivió una época convulsa en la que le tocó remar contra corriente como un jabato, pero al final consiguió llegar a la otra orilla, aquella en la que se refugian los genios y sus imperecederas obras.
Abrió el acto Julio Ramos y lo cerramos todos los que asistimos a ese recital poético-musical auspiciado por Parpayuela Espacio Cultural. Solamente -perdóname, amigo Carlos, que el trabajo fue excelente- un "pero": eché en falta la lectura de un poema escrito por algún autor asturiano y dedicado a Miguel Hernández. Habría quedado bien, creo. En todo caso, poca cosa el presunto olvido para una noche de musas e inspiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario