jueves, 27 de noviembre de 2008

INTRODUCCIÓN A LOS CUIDADOS PALIATIVOS

Hay momentos en los que la vida no sólo te da la espalda sino que te golpea con tal fuerza que eres incapaz de reaccionar y te quedas atónito e impotente. En esos momentos, cuando la tragedia es inevitable y la muerte se lleva una parte importante de tu existencia, algunos tenemos la suerte de encontrarnos con personas que se prestan a ayudar sin condiciones y a profesionales de la medicina que intentan disminuir el dolor y el sufrimiento del ser que se va vencido por la enfermedad. Es el caso de Gerardo García González, actual Director Médico del Área Sanitaria VII y, sobre todo y ante todo, especialista en Cuidados Paliativos de la Unidad del Hospital de Cabueñes, en Gijón.

Este es un tema muy poco conocido, menos desarrollado y que tiene, sin embargo, una trascendencia mucho mayor de la que suponemos. Gerardo, a través del siguiente artículo, nos introduce en ese tema tan apasionante y tan necesario. Esta es la primera entrega:

“Lo siento; no hay nada que hacer”.

Esta desafortunada y frecuente frase resume la actitud de la actual “medicina curativa” ante las enfermedades incurables en situación terminal, y lamentablemente ante el proceso de morir.

La certeza de la muerte inevitable, la proximidad o inminencia de la misma, muchas veces conduce al abandono de la atención y dignificación del proceso de morir. Proceso en el que precisamente es cuando más ayuda se necesita, y cuando sí hay mucho que hacer.

“No hay nada que hacer” es la consecuencia del modo de vida de una sociedad hedonista que venera la salud, la juventud, la belleza, el poder, y que niega, rechaza, oculta y frivoliza la muerte, arrastrando a los propios profesionales de la medicina a negarla (intentando vencerla cayendo en la obstinación terapéutica), a rechazarla (huyendo y abandonando al paciente) y a medicalizarla.

Es necesaria una profunda reflexión, en la sociedad y en la profesión médica, que nos haga concebir la muerte como un proceso natural de la vida y no como un fracaso de la medicina. Como afirma Aquilino Polaino, “la única verdad de la vida es la muerte, lo demás es todo relativo. Ambas van siempre unidas, de tal manera que la una sin la otra no tienen sentido”. Algo tan obvio parece difícil de asumir por una sociedad que sufre y le tiene miedo a la muerte, y vive pensando que ésta siempre les ocurre a los demás.

Las fases más avanzadas y terminales de la mayor parte de las enfermedades crónicas evolutivas, comparten múltiples aspectos generadores de sufrimiento, tanto físico como emocional, que también afectan a las familias. Estas situaciones generan un gran impacto en la calidad de vida y una gran necesidad y demanda de atención y apoyo.

La atención a estos enfermos y a sus familias debe ser integral y, por tanto, basada en un equipo multidisciplinar. El control adecuado de los síntomas, un buen apoyo psicoemocional, una correcta información y comunicación, un apoyo adecuado a la familia y, sobre todo, la empatía, serán los métodos más eficaces para que el enfermo y su familia puedan llegar a una fase de aceptación para adaptarse a la muerte de la forma más digna posible.

Este tipo de atención (Cuidados Paliativos) debe ser considerada como un derecho fundamental de las personas y una prioridad para las administraciones y organizaciones sanitarias y sociales.

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