Leo en el diario La Nueva España de hoy unas declaraciones del Consejero de Educación del Principado de Asturias, José Luis Iglesias Riopedre (válgame La Macarena), referidas a las nuevas titulaciones del campus universitario mierense, y me entra un sudor frío que me empapa el cuerpo de recelo y la mente de desconfianza.
Dice el señor Riopedere "que las nuevas titulaciones dependerán de las necesidades de la región y de la demanda de alumnos" y "que deben estudiarse desde un marco global" (calvo no se ha quedado, no; pero ya estamos curándonos en salud). Bonita retórica, pero tiene truco y un trasfondo desalentador que me lleva a pensar que el Consejero no tiene ni repajolera idea de cuáles son esas necesidades ni de cuál es la demanda. Pues, si a estas alturas de la película no se han valorado todavía cuestiones tan cruciales como esas, me temo que nuestro campus -cenicienta de Asturias, mal que me pese- se va a quedar compuesto y sin novias. Nada nuevo bajo el sol, Pepe, aunque las reacciones de la comunidad política y educativa a tu misiva no se han hecho esperar (Gutierrez, Álvarez Payo, Galceran, Bernardo). Y eso que, en el fondo, hay quien se pasa por el forro (o lo intenta o da esa impresión) las inquietudes sociales y las necesidades de zonas deprimidas como esta bendita cuenca del Caudal. Aunque se quiera dar a entender lo contrario; ya se sabe que en la cosa pública abundan los expertos en decir una cosa y hacer la contraria. Qué cruz de gestores, joder.
Imagen: el Consejero de Educación en plan "que el señor nos coja confesados" y encomendándose a las alturas.
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