lunes, 29 de diciembre de 2008

BALANCE

Se nos va 2008, un año para olvidar que nunca olvidaré (y al que me gustaría ajustarle las cuentas), un año que me ha dado mucho y me ha quitado más. Han sido 365 días de incertidumbre, lucha y derrota final ante un enemigo invencible y contra el que es inútil combatir (la parca no hace concesiones).

Un año, sin embargo, en el que se han reafirmado los lazos de amistad con un buen número de personas (me quito el sombrero) porque crecimos juntos en la adversidad y es ahí dónde se descubre la pasta de la que estamos hechos cada uno, lo que llevamos dentro y hasta dónde estamos dispuestos a llegar. No hay gratitud suficiente para devolverles el apoyo, los abrazos, las palabras, los gestos y tanta generosidad. Otros se han quitado por fin la careta dejando al descubierto lo que se ocultaba tras ella, su verdadero rostro. También se lo agradezco porque ahora ya sé a qué atenerme.

Dos mil ocho agoniza ahogado en una crisis de identidad (se engaña quien piense que es sólo económica) que lleva años gestándose en el laboratorio del hecho diferencial (entre otros), ese que define a cada una de las regiones (perdón, quise decir comunidades autónomas) de este país, tan peculiares y tan nacionalistas algunas, lo que es innegable, respetable y hasta comprensible (pero dentro de un orden) porque nadie debe renunciar a sus raíces y a su historia. Las diferencias se acentúan porque no todos vemos el mundo - las cosas - de la misma manera (para unos la botella está medio llena y para otros medio vacía) y aunque éste razonamiento parezca "peregrino" esa es, desde mi punto de vista, la triste realidad. Baste como ejemplo mencionar la Ley de Memoria Histórica, por no hablar de la financiación autonómica o las ansias separatistas de vascos y catalanes, que pueden ser más guapos, más altos y más fornidos que otros españoles, pero con los mismos derechos y obligaciones - no más, ni menos - según la Constitución, el ordenamiento jurídico establecido y la legislación vigente. Por lo tanto, lo demás sobra; aunque todo, o casi todo, sea susceptible de reforma o negociable (sin que el chantaje sirva como argumento o baza en la negociación). Otra cuestión es que cada cual cuente la feria según le va en ella o quiera hacerla a su gusto, capricho o interés.

El año que se nos va ha dejado "tocada" a la justicia y alargado las colas del INEM; ha multiplicado por mil la telebasura, ha desenterrado escándalos urbanísticos impensables y nos ha llenado de éxitos deportivos a nivel internacional; ha descubierto las vergüenzas de los mediocres (les importa un huevo), la sinvergüenza de los advenedizos (les importa otro huevo) y el poder y la rentabilidad de la mentira; ha provocado debates próximos a la fractura social en cuestiones como el laicismo, las lenguas, el aborto o el matrimonio homosexual; ha fortalecido el desmedido afán recaudatorio de la SGAE, insaciable y vil, mediante la aplicación arbitraria de la Ley de Propiedad Intelectual. La crisis de dos mil ocho ha venido a corroborar que primero son los bancos, banqueros, financieros, entidades crediticias, promotores y luego los que nos hipotecamos hasta las cejas o mendigamos préstamos que ahora restringen (ciudadanos de a pie, autónomos y Pymes), y que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha tenido como consecuencia una drástica reducción del consumo y el desplome del sector inmobiliario y de la construcción, entre otros.

Herido de muerte, 2008 le traspasa a 2009 el fantasma de la recesión y un panorama sombrío que empieza a despertar serios recelos en una sociedad convulsa y sorprendida que asiste atónita a la interpretación gubernamental, machacona y reiterada, del "Un rayo de sol" (Los diablos) para explicarnos el futuro. Y el caso es que no para de llover.

Es hora de hacer balance, o al menos esa es la costumbre cuando un año se extingue. El mío es sencillo: vivo y amanece, que no es poco, mantengo intacta la capacidad de amar y, además, me siento querido, no renuncio a los recuerdos (sean malos o buenos) y tengo memoria (y corazón); no cambio - ni he cambiado nunca - una mano amiga por un puñado de monedas ni sus besos por un viaje a Cuba; el rumbo está trazado y la nave firme (aunque sujeta a los imponderables), el lunar de su cara continúa pareciéndome más hermoso y lo prefiero a la pinacoteca nacional (que decía Serrat) y sigo pensando que mañana será otro día y que Dios dirá. Además, estoy convencido de que más vale un grano de cordura que arrobas de sutileza. Y me aplico el cuento. Y como ser humano inteligente (aunque a veces me haga el tonto, no confundir), si quiero te ignoro o te integro en mi mundo, ya sabes ... depende, sí, también de ti. Así de sencillo. En 2008 he intentado ser lo menos molesto posible y lo he vivido dejando vivir. Ojalá cunda el ejemplo.

Nos vemos en 2009 si la Providencia así lo estima y permite y a ti te apetece.

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