miércoles, 24 de septiembre de 2008

Y TÚ MÁS


Cuando uno se da de morros con una pintada de estas caracerísticas lo primero que piensa es que se trata de una "gracieta" del graciosillo de turno (siempre hay uno en el barrio) que como está ocioso se dedica a molestar de una manera anónima. Después, uno reflexiona y se le ocurre que el pintamonas es un xenófobo que no se jala una rosca, poco demócrata e irrespetuoso con el sexo femenino (una burda venganza porque - repito - no se come un colín). Pues bien, campeón, las feas - como las guapas - tienen derecho a vivir donde les salga de las narices y si a ti no te gusta pues te vas con la música a otra parte y trasladas tu vivienda a Malibú o Hollywood, que allí te hartarás de ver cuerpos esbeltos y mujeres de película (pero seguirás sin comerte un rosco). En todo caso, me gustaría verte de cerca para descubrir si eres un adonis (cosa que dudo) o el vivo retrato de un zombie acomplejado. Y me decanto por lo segundo, fíjate. Sería más productivo ocupar tu tiempo libre en asuntos más importantes para ti (como reforzar tu autoestima) y menos lesivos para las mujeres de tu entorno (quienes pasarán olímpicamente de tus chorradas, supongo). Y, por cierto, a saber cuáles son tus cánones de belleza. 

No me quiero imaginar cómo reaccionarías si alguna de esas que tú llamas feas te guiña un ojo. A lo mejor se te caen los pantalones a plomo y te pasas el resto de tu vida babeando tras ella. Y si quieres ser artista del pincel matricúlate en una escuela de arte y deja de dar la coña marinera a las vecinas con pintaditas de pésimo gusto que, además, emprobrecen la zona. Ser guapa o fea no es una cuestión física (aunque te parezca extraño)  sino de perspectiva. Depende de la mirada, del sentimiento que pongas en ella, de lo que te transmita la retina, de la capacidad de tu intelecto y del número de neuronas por milímetro de cabeza que aun conserves, si es que no se han ido a vivir a otro barrio huyendo de tus paranoias.

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