Para las que se levantan de madrugada con la idea de poner orden en la casa, atender al bebé, preparar el desayuno y despedir a su amado cuando se va al trabajo, y para las que duermen a pierna suelta porque han conseguido que el hombre de la casa colabore, participe, se integre.
Para las que trabajan fuera del hogar y para aquellas que lo hacen dentro; para las tiernas, para las repunantes, para las que lo dan todo y para las que se guardan un poquito; para las que ponen los cinco sentidos en crear un ambiente familiar agradable y para las otras. Para las que han perdido algún hijo en el camino y para aquellas que no han conseguido tener descendencia. Para las que se sienten amadas y para las que sufren en silencio; para las que han conseguido sobrevivir a las tareas del hogar y para aquellas que consideran el aspirador como un invento diabólico, aunque ayude lo suyo.
Para las que después de cuarenta años de matrimonio aun sonríen y para las que sienten que la casa se les cae encima al mínimo revés. Para las fuertes, para las blandas, para aquellas que están enganchadas al culebrón televisivo y lloran y para las que prefieren La Noria (otro culebrón de distinto calado). Para las que están en una tierra que no es la suya, sean blancas, negras o amarillas y mantienen sus tradiciones en la distancia. Para las que lo han perdido todo y se han levantado, para las incomprendidas, para las que nunca han escatimado caricias o palabras de ánimo y para las que han criado cuervos y casi les sacan los ojos. Para las que han cambiado de pareja y para quienes llevan toda la vida con la misma (un mérito innegable por ambas partes). Para las mamás flacas, para las gorditas, para aquellas que preparan una buena comida con placer y para las que invitan a comer a su marido al restaurante o le despachan con latería o comida preelaborada.
Para las que se despiertan cada día cantando una canción y para quienes lo hacen en silencio. Para las que han sufrido o sufren persecución por cuestiones de raza, religión, ideario político, etc., y para las que salen a todas horas en las revistas del corazón dando la lata. Para las que han cometido adulterio y para quienes nunca han echado una cana al aire.
Para todas ellas, por su valor, trabajo, abnegacion, sacrificios y tragaderas, el reconocimiento de todos los habitantes de Manzanas en el Paraíso.
Y también para la mía, que no tiene precio.
2 comentarios:
Gracias, Michel, como madre me doy por aludida y me alegro de que aprovecharas el video, es una pasada. Saludinos.
Ser madre, Susana, tiene un mérito acojonante. Es el trabajo peor remunerado del mundo y está abierto las 24 horas. Con eso está todo dicho, aunque, naturalmente, tiene sus compensaciones.
Felicidades
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